En español “Bajo Costo”, en el cual consistía en un concurso organizado por la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional para aquellos innovadores que desarrollaran una tecnología simple y barata. El invento tenía que ser sostenible, eficaz y a un precio lo suficientemente bajo como para que se pueda implementar en las comunidades rurales de aquellos países menos favorecidos. El ganador obtenía un premio de 140.000 dólares.
Este último paso resulta fundamental: el agua salada resulta inadecuada tanto para regar como para consumir, pero una vez desalada sólo podría utilizarse para la agricultura si no se trata de alguna forma. Es necesario garantizar que no existe riesgo microbiológico en su consumo (por este motivo el agua potable de los países desarrollados está clorada por ley), y utilizar la luz ultravioleta, que elimina eficazmente bacterias y otros microbios, garantiza su seguridad.
El sistema del MIT funcionó durante 24 horas seguidas para desalinizar casi 8.000 litros de agua
El concepto de desalinización no es nuevo, ni tampoco la utilización de energía solar para evitar los combustibles fósiles. Pero las plantas que se han construido en este sentido son demasiado grandes, como sucede en Chile y California. Esto quiere decir que pueden llevar agua potable a un gran número de personas, pero también que la infraestructura es cara y requiere de tecnología puntera.
Por este motivo los objetivos del premio eran otros. Las áreas rurales de los países menos afortunados, muchas veces con poca densidad de población, no requieren enormes plantas ultramodernas. Lo fundamental es que la tecnología funcione, y que lo haga durante largos períodos de tiempo sin estropearse ni requerir revisiones. Así, la tecnología ganadora fue capaz de funcionar durante 24 horas seguidas en una planta de investigación, y potabilizar casi 8.000 litros de agua.
Suficiente para dar de beber a 5.000 personas
La idea vino de la mano de un profesor del MIT y su estudiante doctoral, motivados por la situación de países como la India. Aunque allí habita el 16% de la población mundial, tan sólo tienen el 4% de las reservas globales de agua potable. La mayoría de agua medianamente apta para el consumo es subterránea pero, aunque la bebe el 70% de la población, en realidad es demasiado salada para darle uso. Aquí entra en juego el sistema de desalinización propuesto por esta pareja de investigadores.
Las desalinizadoras solares actuales requieren tecnología demasiado puntera para el Tercer Mundo
La desalinización a gran escala es uno de los grandes retos al que se enfrenta la humanidad, como solución ante una población cada vez más numerosa. De hecho, es una de las diez tecnologías emergentes que el MIT considera que cambiarán el mundo. No obstante, antes de transformar el planeta entero es necesario dar los primeros pasos, y un sistema como este podría abastecer de agua a comunidades aisladas y empobrecidas por poco dinero y sin apenas consumir energía. Todo gracias a la electrodiálisis y a nuestro vecino el Sol.
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